El edificio emerge de la urbanización, aprovechando la topografía de la calle para generar una nueva plaza mirador al final del recorrido del paseo. Se mimetiza con el lugar, sus materiales y las técnicas constructivas usadas y busca la máxima integración y respeto por el espacio existente.
Foto: Jordi Surroca.
La plaza y sus cubiertas se convierten así en extensiones naturales de los espacios de actividad del casal a la vez que hacen de mirador hacia el paisaje del parque de Collserola.
La homogeneidad del material cerámico para las fachadas de todo el edificio se convierte en celosía en las ventanas, generando un volumen abstracto y silencioso que se integra en el espacio natural del lugar.
Foto: Jordi Surroca.
El volumen del bar y la sala polivalente a doble altura son los dos únicos volúmenes reconocibles desde la cota superior.
La entrada principal al equipamiento se genera en la cota inferior con un gran espacio hall polivalente que invitan a todos los otros espacios: dos salas taller divisibles en cuatro, con paneles móviles acústicos, una sala taller de cocina y dos espacios par ensayo musical.
Foto: Jordi Surroca.
Se trata de un edificio de uso versátil que admite diferentes posibilidades de agregación de funciones. Está especialmente pensado para que funcione a partir de un modelo de autogestión.
Se garantiza así que el nuevo programa funcional actúe como un motor impulsor del equipamiento y dinamice la actividad social del barrio en el entorno más cercano al edificio.
Foto: Jordi Surroca.
Construcción y materiales Muros perimetrales de hormigón armado que junto con unos pilares metálicos en el interior sustentan una gran losa de hormigón de 40 cm. La pieza clinker reviste tanto suelos como fachadas dejando una cámara de aire generosa donde se adhiere unos 25 cm de aislamiento de tejido reciclado natural tipo geopannel pyl 40.
Las ventanas y balconeras son de madera de pino de Flandes tanto para el interior como para el exterior acabado con lasur. Los acabados interiores combinan la cerámica para suelos y algunos revestimientos con los aplacados con madera reciclada tipo OSB. La cerámica se usa también para crear paredes absorbentes que contribuyen mejorar el comportamiento acústico de las salas docentes reduciendo el efecto de reverberación.
Foto: Jordi Surroca.
Sostenibilidad El edificio está pensado para poder reducir al máximo la demanda energética de consumo. Des de la fase inicial de proyecto se ha actuado en la combinación de distintas estrategias de diseño que contribuyan a este propósito.
– Reducción de la demanda; factor de forma y medidas pasivas El edifico semienterrado reduce la superficie de exposición interior/exterior del perímetro, reduciendo las pérdidas energéticas y aprovechando la inercia térmica del terreno como aislante natural.
El diseño de una envolvente estanca con grosores significativos de aislante perimetral contribuye al buen comportamiento térmico del volumen interior. Las celosías cerámicas contribuyen también a evitar la radiación solar directa en el interior que penaliza el comportamiento climático del edificio en verano.
Foto: Jordi Surroca.
– Optimización del sistema de climatización El edificio incorpora un sistema de producción de geotérmia con un total de 14 pozos a 140m de profundidad. Incorpora también recuperadores de aire en el sistema de renovación y un campo de placas fotovoltaicas en cubierta vinculado al consumo de clima.
Con todo ello el edifico obtiene el sello de calificación energética A, con una mínima demanda energética y un consumo muy bajo de energía para su uso.
Los materiales tales como la lana natural reciclada para los aislamientos, la madera reciclada OSB para los acabados de interiores, pinturas y revestimientos… priorizan los materiales de origen reciclado, de origen de fuentes sostenibles y con sellos certificados ecológicos que refuerzan el compromiso con el medioambiente y el consumo de CO2.